¿Qué es un caviar?
Uri Ben Schmuel
uribs@larazon.com.pe
A raíz del
pronunciamiento del Vaticano sobre la PUCP, la progresía nativa se ha
pintado el rostro con colores de guerra y hace sonar sus tambores
mediáticos. Por eso, viene muy a cuento recordar qué es exactamente un
caviar.
Los caviares son
izquierdistas de salón que viven de la injusticia que dicen combatir.
Han hecho de los derechos humanos y la defensa del medio ambiente un
negocio, a través de ONG’s financiadas por incautos estadounidenses y
europeos. Los derechos humanos les sirven de pretexto para perseguir y
satanizar a los militares que vencieron la subversión y a defender a los
terroristas. Y la ecología para sabotear la inversión extranjera, en
especial la minera y petrolera.
Los caviares
hablan en nombre de la “sociedad civil” pero cuando se presentan a
elecciones nunca obtienen más del 0,5 por ciento de los votos. Por eso
hacen política a través de su poderoso aparato mediático y sus
organizaciones no gubernamentales, verdaderos lobbies a través de los
cuales presionan a los gobiernos para conseguir asesorías, consultorías,
y si es posible carteras ministeriales.
Los caviares son
“progresistas”. Eso significa que pretenden inculcar un pesimismo
constitutivo en el alma nacional y convencernos que la religión, la
autoridad, la familia, la jerarquía, la moralidad, el patriotismo, la
tradición, la lealtad y la economía de mercado son aberraciones
conceptuales.
Los caviares son
totalitarios. Cualquiera que se atreva a disentir de sus consignas
“políticamente correctas” es tachado de reaccionario, fanático, fascista
o “fujimontesinista”.
Los caviares
viven en las zonas más prósperas de Lima, manejan costosas 4x4, tienen
casas de veraneo en “Eisha” y hacen sus congresos partidarios en clubes
de jazz. Pero pontifican sobre la pobreza, que según ellos desaparecería
si hubiera una “justa redistribución de la riqueza” (la de otros, por
supuesto, no la de ellos). Son igualócratas compulsivos y pobretólogos
profesionales que propugnan la masiva intervención del Estado en asuntos
privados. A eso lo llaman “Estado de bienestar”.
Volvemos a citar
a Pablo Molina, un conocido de nuestros lectores: “Nuestro sistema de
vida no es atacado por este ejército de zombis morales por sus defectos
(que los tiene como toda obra humana), sino precisamente por sus
virtudes. La motivación real de los que controlan nuestra cultura no es
su amor por la ‘liberación del tercer mundo oprimido’, sino su odio
visceral hacia el sistema de vida occidental capitalista. Su mediocridad
les impide admitir que el éxito de los demás se debe a su superior
talento o disciplina; por tanto insisten con empeño en que toda fortuna
es fruto del robo y, por extensión, que la riqueza de los países
prósperos procede de la explotación injusta de las zonas míseras del
planeta. Por eso siguen repitiendo que los que defienden la libertad
civil y la propiedad privada son peligrosos egoístas totalitarios,
mientras que los apóstoles de mayores controles estatales o los que se
declaran fascinados por el régimen castrista (o chavista) son los
auténticos adalides de la libertad y el progreso”.
En suma, los caviares son hipócritas y perniciosos.