CORREO
Con uñas y dientes
ante el zarpazo
Aldo Mariátegui
Conforme
observo esta chilla creciente para cambiar la Constitución, más se
refuerza mi impresión de que la provocación hacia los fujimoristas hecha
por Ollanta durante la juramentación no fue casual. Dentro de la lógica
"Amigo-Enemigo" del pensador político Carl Schmitt –al que estudié en
España con el sapiente Dalmacio Negro Pavón– lo que está buscando Humala
(o su asesor Favre) es delimitar cuál será su "enemigo", su "villano"
político a destruir durante los próximos años: el fujimorismo, el bloque
más organizado, popular (en el sentido de tener "pueblo" al lado) y
combativo al frente, el APRA de estos tiempos. Y por eso lo provoca para
demolerlo, al igual que a lo que queda del APRA. A ambos buscará
desprestigiarlos: al primero refregándole constantemente lo de
"mafiosos" –en complicidad con los Vargas Llosa, los caviares y los
cojudos que siguen viviendo con sus rencores de los años 90– y a los
otros con implacables persecuciones (con Javier Diez Canseco como
ariete).
Superados
ambos escollos, que tienen tantas máculas, ya no habrá resistencias
para una hegemonía política chavistoide. ¿Quién más tiene el vigor para
detenerlos? Perú Posible se ha suicidado, con la asistencia del propio
"garante" Toledo. Ya no es nada, salvo Bruce. El AP de los "Lescanos" es
prohumalista y Vitocho acabará como Bruce. De la "alianza", gente como
Yehude, Benítez e Iberico serán sin problemas oficialistas, mientras que
el inexperto Lay y el limeño PPC son muy débiles para diques. Y el
resto son invitados.
Un
Presidente –y ese par de arlequines que tiene por vicepresidentes– que
neciamente jura por una nefasta Constitución pasada bien que se merece
un reclamo. Ergo, Martha Chávez hizo bien en protestar, pero eso no
debió pasar de 5 minutos. Ponerse a gritar 47 minutos, cual posesa,
desvirtuó una muy fundamentada protesta. Porque deslegitimar a la C-93
es el primer paso para reemplazarla con una Constituyente (o lo que sea
más eficaz), siguiendo el libreto de Venezuela, Ecuador y Bolivia. Como
eficaz coartada, se tiene a descartables "tontos útiles" como Eguiguren y
Borea, gente de torres de papel que no se dan cuenta cómo espantan la
inversión con sus veleidosos bizantinismos legalistas, "compañeros de
viaje" que le dan una apariencia de corrección a lo que puede ser un
perverso y escondido zarpazo. Y también el camaleónico Burneo colabora
con ese absurda exigencia de reemplazar el artículo 60, aunque él bien
sabe que para jugar al banquerito o a los avioncitos puede simplemente
acudir a una ley expresa, sin tocar la C-93. Burneo –a diferencia de los
ilusos Borea y Eguiguren– no ignora que hablar en estos momentos de
cambiar la C-93, con alguien tan poco confiable como Ollanta en el
poder, es paralizar a los inversionistas. Nadie va a invertir si un
gobierno izquierdista –y posiblemente chavista de corazón– habla desde
el saque de variar la regla básica de cómo se ordena económica y
políticamente una sociedad. En cambio, el castrista Diez Canseco sí la
tiene clara y por eso impulsa sin ambages una nueva Constitución
chavista, para seguir el rumbo de sus admirados Chávez, Evo y Correa.
Les
expongo algunas perlas de la C-79 para que vean por qué me causa
escalofríos que algunos irresponsables en lo económico como Eguiguren y
Borea la invoquen:
- El art. 110 afirma que "El régimen económico de
la República se fundamenta en principios de justicia social". Así se
introduce esta vaga coartada demagógica para cualquier disparate. El
art. 111 establece que "El Estado formula la política económica y social
mediante planes de desarrollo que regulan la actividad empresarial del
Sector Público y orientan en forma concertada la actividad de los demás
sectores. La planificación una vez concertada es de cumplimiento
obligatorio". Esto nos vuelve una potencial Cuba, con un Estado que te
puede obligar a "concertar" como quiera.
No
menos escalofriantes son el 113 ("El Estado ejerce su actividad
empresarial con el fin de promover la economía del país") y el 114 ("Por
causa de interés social o seguridad nacional, la ley puede reservar
para el Estado actividades productivas o de servicios"), que imponen
férreamente el estatismo, mientras que el 115 ("el Estado estimula y
reglamenta su ejercicio –se refiere a la iniciativa privada– para
armonizarla con el interés social") y el 117 ("El comercio exterior es
libre dentro de las limitaciones que la ley determina por razones de
interés social") harían sonreír de gusto a Hugo Chávez, así como el 124
("La propiedad obliga a usar los bienes en armonía con el interés
social") y el 130 ("Las empresas [...] son unidades de producción cuya
eficiencia y contribución al bien común son exigibles por el Estado de
acuerdo a la ley").
Para
finalizar, los artículos 140 y 262 (inc. 6) les otorgaban
peligrosísimas facultades financieras a las regiones, lo que nos haría
acabar quebrados, como Argentina en el 2000. ¡Imagínense a Álvarez de
Áncash o a Fuentes de Puno con la capacidad de emitir bonos o concertar
deuda externa! Y hay más barbaridades...
No,
hay que defender la C-93 con uñas y dientes, hay que evitar el solapado
zarpazo chavista que quieren meternos con el cuento del cambio
constitucional. Si no, el viaje será sin retorno.
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